lunes, 3 de febrero de 2014

Mérida

Después de unos días en Playa del Carmen tomé un bus hasta Mérida. Es un recorrido de unos 300 kilómetros a través de la selva.
Capital del estado de Yucatán, Mérida está ubicada en el extremo noroeste de la península, sobre el golfo de México.
La ciudad fue fundada en 1542 por el adelantado Francisco de Montejo y León, "el mozo", quien llegó a la zona acompañado por unas cien familias. Los españoles levantaron el poblado sobre los vestigios de un antiguo asentamiento maya conocido como Ichcanziho, que significa "cinco cerros". Cuando llegaron los invasores el sitio se hallaba deshabitado.




Esta es la catedral de San Ildefonso.
Su construcción comenzó en 1561 y finalizó en 1598. Como en otros casos, los españoles decidieron construirla sobre los restos de un antiguo templo maya.




Las fotos no llegan a transmitir del todo la imponencia de semejante mole. Cuando uno se para frente a ella, siente miedo. Aquí se ve claramente el poder simbólico de estos edificios. Hay que imaginárselos en la época en que fueron construidos, en medio de la nada, cuando a su alrededor no existía una ciudad como la de ahora, que disminuye ese efecto. Me imagino a los indios mirándola. ¿Cómo resistirse a la autoridad española?







La de San Ildefonso fue la primera catedral levantada en Nueva España y la segunda en América (la primera fue la de Santo Domingo).

















Así se ven las torres desde el zócalo.




El zócalo.




Mérida no es tan linda como otras ciudades que visité. Si bien tiene algunas zonas bonitas, en general es bastante cutre. Uno de los días en que estuve allí cayó una lluvia tremenda y se inundó todo, con corte de luz, etc. 
Esta es zona de huracanes. En el hotel donde me alojé había carteles con instrucciones de evacuación en caso de huracán.   




Lo que no faltan son los colores. Nunca faltan en México.













Este es el Palacio de Gobierno. 




Que tiene este patio tan lindo.




La antigua estación de ferrocarril.




Este es el frente de la casa donde vivieron Francisco de Montejo y sus descendientes. 
Cuando repartió los solares entre sus hombres, Montejo se reservó para sí la manzana que da al lado sur del zócalo. De la construcción original solo se conserva el portal de entrada. Esculpido en piedra, es uno de los ejemplos más hermosos del plateresco mexicano en construcciones civiles (no religiosas). 




En la parte superior, a los lados, hay dos guerreros españoles parados sobre cabezas de indígenas derrotados. 




Este es el frente, a uno de los lados del portal. 







Una de las iglesias más lindas de Mérida es la Iglesia de Nuestra Señora del Tránsito de Mejorada. 




Comenzó a construirse en 1622 con recursos provistos por el encomendero Diego Montalvo de García. Antes de que el edificio estuviera terminado, el español lo cedió a los franciscanos.














Este es el maravilloso patio interior. En uno de sus lados está el convento, que se construyó entre 1688 y 1694.







Estas son algunas de las habitaciones del convento.







La iglesia de los jesuitas. 
A comienzos del siglo XVII, el capitán Juan Agustín Palomar donó este terreno y parte de su fortuna para la construcción de un Colegio de Jesuitas y su correspondiente iglesia. El edificio fue inaugurado en 1618. Luego de la expulsión de la compañía todo pasó a manos de los franciscanos.







Entre el barrio de Santa Ana, en el centro, y la salida a la localidad de Progreso se extiende un largo bulevar llamado Paseo de Montejo, en honor al fundador de la ciudad. 




La construcción del bulevar comenzó en 1888. La fecha no es casual. En esos años Yucatán atravesaba un período de extraordinario crecimiento económico debido al "oro verde". 
El oro verde no era otro que el henequén. El henequén es una variedad del agave, una planta muy fuerte, de hojas carnosas que crecen casi desde el suelo. Una especie de yuca. Con sus fibras se elaboran bolsas y sogas muy resistentes. También se utilizan para elaborar algunas artesanías, como alfombras y tapices, y bebidas alcohólicas, como tequila y mezcal.

Aquí se ven algunos atados de hojas de henequén. Estaban en un tramo del camino entre Mérida y Uxmal.




Las primeras haciendas yucatecas destinadas a la explotación del henequén se establecieron a comienzos del siglo XIX. Además de enormes plantaciones, en ellas había fábricas donde se manufacturaba la fibra. La mayor parte de la producción se exportaba. Algunos dicen que a fines del siglo, más del 80 % de las bolsas y las sogas utilizadas en el mundo se producían en Yucatán. Más allá de la exageración, lo cierto es que los hacendados lograron amasar inmensas fortunas.  

Como decíamos, en 1888 los hacendados más poderosos y algunos grandes comerciantes decidieron construir un bulevar semejante al Paseo de la Reforma, en el DF.
A sus lados, levantaron mansiones y palacios como estos. 















  
Mérida no está sobre la costa. Para ver el mar se puede ir, por ejemplo, a Progreso. Tiene una linda costanera donde se puede comer rico pescado.
Llegué cuando caía el sol.  




Y tu mar... También a ti me entrego. Adivino lo que quieres decirme.
Desde la playa veo tus dedos que me invitan,
y pienso que no quieres marcharte sin haberme besado.
Debemos estar un rato juntos: me desnudo y me llevas muy lejos de la costa.
Arrúllame, y durmiendo al vaivén de tus olas,
salpícame de espuma enamorada, que yo sabré pagarte.
Mar violento, tenaz y embravecido,
mar de respiros profundos y revueltos,
mar de la sal de la vida, de sepulcros dispuestos aunque no estén cavados,
rugiente mar que, a capricho, generas tempestades o calmas... 
Walt Whitman, de Hojas de hierba.





Me llamó la atención una ruta que se metía en el mar más y más, y no se veía dónde terminaba. Se ven las luces a la derecha de este muelle. 
Me contó un mozo que, efectivamente, se trata de una ruta que penetra en el mar unos 8 kilómetros. En su extremo hay dos pequeños puertos. En uno atracan los cruceros; en el otro, buques cargueros.    








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