martes, 11 de febrero de 2014

Tierra de lacandones

Esta vez, sí, pude visitar la selva lacandona.

Así se ve desde el aire. No, lamentablemente, la foto no es mía.




Esta y las que siguen, sí.




Para llegar tuve que contratar una excursión en San Cristóbal, lo que me obligaba a visitar nuevamente Bonampak y Yaxchilán. Nunca son suficientes las veces que uno vaya a esos lugares, así que acepté sin dudarlo.




La selva se extiende sobre las montañas del este del estado de Chiapas, y abarca unos cuantos municipios, como Maravillas, Tenejapa, Las Margaritas, Ocosingo y Palenque. 
En total, abarca una superficie de casi dos millones de hectáreas. Las zonas más altas alcanzan los 1500 msnm.




Como en el primer viaje, tuve la suerte de compartir la excursión con mexicanos. De nuevo, gente cordial, divertida y curiosa. Al atardecer, después de ver Bonampak, la combi enfiló al campamento donde me quedaría. Cuando llegamos, solo bajé yo; el resto se volvió a Palenque. Antes de que se fuera, le pregunté al driver si se acordaría de ir a buscarme. Me aseguró que sí. Me dejaron ahí y se fueron todos.


Así se veía el cielo cuando llegué. Estaba en medio de la selva. Solo.







Me recibió una chica, Belia. Tendría unos 20 años. Era preciosa. Una rareza, porque los mayas no son lindos.
Le pregunté si había alguien más alojado y me dijo que no, que era el único.

El campamento es una cabaña, un comedor y otra cabaña, donde viven los encargados del lugar. Todo está dispuesto alrededor de un amplio espacio, una especie de jardín, con un mango, otro árbol que no conozco y algunas plantas.
Esta es la cabaña de los caseros.




 La chica me llevó a mi cabaña, que es esta. En realidad, es una cabaña dividida en tres habitaciones




Esta es la parte que me correspondía a mí, mi habitación.




Así es por dentro. Las paredes no llegan hasta el techo. Queda un espacio abierto de unos 30 cm. Por eso, cama con mosquitero. Es una zona de muchos bichos que pican.







La chica me dijo:
-Esta es su habitación, para allá está el río; para allá, caminando unos 10 minutos, hay una despencita, que tiene internet. A las 8 y media le vamos a servir la cena. Mañana a las 8 es el desayuno. A las 9 lo va a pasar a buscar la guía para hacer una caminata.
Y se fue.

Por aquí se va a la despencita.




Este es "el río".




Eso es todo. No hay nada más; solo selva.
Como faltaban unas dos horas para cenar, me senté en la terracita de mi pieza a mirar el cielo. Me tocó luna llena.




Parecía un sueño. Solo, sin turistas, sin nadie que lo arruinara. Todo para mí durante tres días.




Cuando me senté, todo era silencio. Pero, a medida que la luz se iba, el silencio empezó a dar paso al ruido. No al ruido humano, por suerte; al ruido de la selva a la noche; el de los bichos. De tanto en tanto, el rugido de un mono aullador. Un concierto; una verdadera y maravillosa sinfonía.




Mientras estaba sentado vi a un viejo sentado en la puerta de la cabaña de los caseros. Cada tanto apuntaba una linterna hacia el camino de entrada. Yo estaba a oscuras para evitar la concentración de bichos. El viejo apuntó hacia donde estaba yo y me alumbró. Le gritó algo a la chica que me había recibido; en maya, aquí todos hablan en maya. Ella vino hasta mí y me preguntó si quería que encendiera la luz de la terracita. Le dije que no, que así estaba bien.




Cuando llegó la hora de la cena me fui al comedor, este de acá abajo. Es una especie de quincho abierto.
Como estaba solo, cené solo. Sentado en una de las diez mesas comí pollo frito con ensalada y me tomé unas cervezas. Todo muy bien. Por suerte había llevado lectura.




A la mañana siguiente, después del desayuno, vino a buscarme Claudia, la guía.
En general, en esta zona, todo lo relacionado con el turismo está a cargo de las mujeres. Los hombres se dedican a los trabajos en el campo.




Claudia tiene 16 años. Resultó ser muy charlatana y me contó un montón de cosas. Vive con sus padres en un pequeño caserío, a unos 10 km de ahí. Tuvo que dejar el secundario para trabajar como guía. La vida es muy dura para esta gente. 




El nombre "lacandón" tiene su origen en un grupo descenciente de los mayas que vivía en las orillas del lago Miramar. En una de las islas del lago, que llamaban Lacan Tun ("piedra grande"), los indios construyeron un centro ceremonial. Cuando llegaron a la zona, los españoles los llamaron "los de Lacantún".  

Esta es la laguna de Miramar (tampoco esta foto es mía). 




La selva forma parte de la cuenca del Usumacinta, más específicamente del delta de los ríos Grijalba y Usumacinta. Es un enorme humedal en el que hay montones de pantanos, el más grande de América del Norte, después del delta del Mississippi.








Hoy la zona está habitada por diversas etnias locales, como los tzotziles, los tzeltales, los choles, los lacandones, y por mayas, que, procedentes de Yucatán, se establecieron aquí hace algo más de un siglo.







Me contó Claudia que muchos se establecen en la zona para trabajar en el turismo. Ese es el caso de Belia. Se vino con sus hijos después de que su marido la abandonara por otra.
Hoy viven en la selva unas 500.000 personas.







Cada tanto hay que cruzar riachos y arroyos.







IX
Soy guardador de rebaños.
El rebaño es mis pensamientos
y mis pensamientos son todas sensaciones.
Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.
Pensar una flor es verla y olerla
y comer un fruto es saberle el sentido.
Por eso cuando en un día de calor
me siento triste de gozarlo tanto
y me tiendo a lo largo sobre la hierba
y cierro los ojos calientes,
siento todo mi cuerpo tumbado en la realidad,
sé la verdad y soy feliz.
Alberto Caeiro








A veces, por pequeños puentes; otras, caminando sobre grandes troncos.










El emigrante
-¿Olvida usted algo?
-Ojalá.
Microcuento del mexicano Luis Felipe Lomelí.


Hay más de 300 especies de árboles. Algunos son enormes, como las ceibas. Acá las llaman "cabezas de micos". También hay cedros rojos, caobas, encinas y pinos.

 


Las ceibas pueden alcanzar 35 metros de altura. La madera, muy dura y pesada, se usa para construir viviendas, y para fabricar mangos de herramientas y otros implementos agrícolas. La pulpa del fruto es comestible.







Por los troncos de los árboles más grandes crecen otros (estos que vemos acá abajo), parásitos, que no puedo recordar cómo se llaman. Con el tiempo, el árbol que los "aloja" muere y queda el tronco seco y hueco.







Los pobladores de la selva practican una economía agrícola de subsistencia, basada en el cultivo de chile y café, y en la cría de cerdos y aves de corral. Naturalmente, también explotan la madera. Por eso, en los últimos años la superficie arbolada se fue reduciendo sin parar.







Él desea las telas del cielo
Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies;
pero siendo pobre, solo tengo mis sueños;
he extendido mis sueños bajo tus pies;
pisa suavemente, pues pisas mis sueños.
W. B. Yeats







En algunas zonas se forman saltos y cascadas.













Aquí me bañé. Hacía mucho calor.













There is pleasure in the pathless woods
There is a plesaure in the pathless woods,
there is a rapture on the lonely shore,
there is society, where none intrudes,
by the deep sea, and music in it´s roar:
I love not man the less, but Nature more,
from these our interviews, in which I steal,
from all I may be, or have been before,
to mingle with the Universe, and feel
what I can ne´er express, yet cannot all conceal.
Byron











Viento
Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.
Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.
Octavio Paz










La rama
Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.

Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.

El pájaro es una astilla
que canta y se quema viva
en una nota amarilla.

Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada.
Octavio Paz










Entre irse o quedarse
Entre irse o quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombre.

Latir del tiempo que en mi sien repite.
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me ira, me miro en su mirada.

Se disipa al instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.
Octavio Paz










¿Era el doble de mi sueño la mujer?
¿Era el doble de mi sueño
la mujer que a mi lado yacía?
¿Soñaba o compartíamos un suelo
bajo el primer destello frío del alba?
[...]
Por mucho que viajé por muchas partes,
nunca pude encontrar nada tan querido.
[...]
La habría tocado como a un niño,
mas sabía que mi dedo solo podría tocar
la fría piedra y el agua. Me enfureci,
incluso acusé al cielo
pues había establecido entre sus leyes
que nada de lo que amamos en exceso
es ponderable a nuestro tacto.
Hacia el amanecer soñé
con frías gotas rociadas sobre mi nariz,
pero ella a mi lado yacía.
[...]
W. B. Yeats







The Song of Wandering Aengus
I went out to the hazel wood,
because a fire was in my head,
and cut and peeled a hazel wand,
and hooked a berry to a thread;
and when white mots were on the wing,
and moth like star were flickering out,
I dropped the berry in a stream
and caught a little silver trout.

When I had laid it on the floor
I went to blow the fire a flame,
but something rustled on the floor,
and someone called me by my name;
it had become a glimmering girl
with apple blossom in her hair
who called me by my name and ran
and faded trough the brightening air.

Though I am old with wandering
through hollow lands and hilly lands,
I will find out where she has gone,
and kiss her lips and take her hands;
and walk among long drappled hands;
and pluck till time and times are done,
the silver apples of the moon,
the golden apples of the sun.
W. B. Yates







Su ansiedad
La tierra revestida de belleza
espera el regreso de la primavera.
Todo amor verdadero debe morir,
o, como mínimo, transformarse
en una cosa menor.
Prueben que miento.

Tal cuerpo tienen los amantes,
tal respiración rigurosa,
con el que tocan o suspiran.
A cada caricia que dan,
el amor se acerca a su muerte.
Prueben que miento.

Después de mucho silencio.

Hablar luego de mucho silencio; está bien,
estando los demás amantes separados o muertos,
la fría lámpara escondida debajo de su sombra,
las cortinas corridas sobre la noche fría,
que nosotros disertemos y sigamos disertando
sobre el supremo tema del Arte y la Canción:
la decrepitud del cuerpo es sabiduría; de jóvenes
nos amamos y no lo sabíamos.
W. B. Yeats













En esta entrevista que me pasó Virginia Avendaño, Juan Villoro cuenta muchas cosas sobre México y América Latina: http://negratinta.com/juan-villoro-en-europa-la-vida-no-se-improvisa-en-america-latina-sobrevivir-es-un-acto-de-fe/




























El de la túnica blanca es el viejo de la linterna. Entre los mayas verdaderos, los hombres se visten así.




Unos chicos van a la escuela.




Esa es Claudia.
















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